lunes, 20 de septiembre de 2010

El Art Nouveau y el cambio de siglo

  
   A fines del siglo XlX, para ser más precisos en el último decenio, se desarrolló en Europa una tendencia modernista que se expresó en todas las manifestaciones de las artes aplicadas: utensilios y joyas, muebles y edificios, diseños gráficos.

   Este nuevo estilo surgió en una época en que las fuentes de inspiración estaban agotadas. En joyería se seguía utlizando el estilo “isabelino” de lazos y ramas, uniforme en toda Europa desde 1850, aproximadamente.

   Muchas fueron las influencias que contribuyeron a su nacimiento, desde el Neogótico hasta el Exotismo y desde el Historicismo hasta el Simbolismo, pero se considera relevante el Arts and Crafts Movement, de William Morris, definido también como “ el primer Art Nouveau inglés” que desarrolló una personalidad claramente precursora.
   
   Denominación que literalmente significa `arte nuevo' y se utiliza para designar un estilo de carácter complejo e innovador que se dio en el arte y diseño europeos pero particularmente en las artes decorativas, como reacción contra la industrialización y la tecnología dominantes durante las dos últimas décadas del siglo XIX y la primera del siglo XX. En España se denominó modernismo, en Alemania Judendstil y en Austria Sezessionstil. En Italia se conoció como Stile Liberty, en referencia a la tienda de Arthur Liberty, que había sido decisiva en la difusión del estilo por el continente europeo.

   Después de éstas experiencias inglesas, en 1890 surge en Bruselas y madura en los dos o tres años siguientes, un estilo nuevo: es el Modern Style o Style 900. Estas denominaciones ponen claramente de manifiesto su origen inglés.

   Aunque este movimiento recibió en cada país un nombre diferente, históricamente se lo designa con el nombre que lo identificó en Francia: Art Nouveau, tomado de una tienda de muebles abierta en París en 1890 por Samuel Bing, un ferviente partidario del arte nuevo y difundido internacionalmente a partir del extraordinario éxito de la Exposición de París de 1900.

   La fascinación por el movimiento; debe recordarse la explosiva aparición del cine en la misma época, había alcanzado a todos los aspectos de la vida. Ya nadie podía permanecer indiferente ante la creciente aceleración del tráfico y de la eficiencia mecánica, productos de la era industrial.

   Uno de los primeros deseos del cine fue reflejar ese elemento dinámico tan presente en la vida de la sociedad de fines del siglo XlX. Sublimarlo estéticamente fue el deseo por excelencia del Art Nouveau, como un intento de dar alcance a los procesos técnicos que cambiaban el mundo constantemente.

   El impresionismo había sido el primer camino para dar una forma estética satisfactoria a lo pasajero, a aquello que no se puede fijar en detalle. La falta de nitidez expresaba así una nueva forma de concebir las imágenes: en movimiento.

   Si el contacto entre arte y técnica había sido hasta ese momento, efímero, con el Art Nouveau se advierte un intento claro de revertir la situación reconciliando a ambos. El momento adecuado llegó en torno a 1900.

   La tensión, fruto de la disonancia entre arte y técnica que había caracterizado casi todo el siglo XlX, se resolvió en una enorme cantidad de obras surgidas en los lugares más diversos del mundo, impulsadas por un nuevo desarrollo de las técnicas constructivas y el empleo masivo de materiales adecuados como el hierro y el hormigón, los nuevos cristales y mayólicas y la facilidad de producir objetos en serie que comenzó con la Revolución Industrial, a partir de la segunda mitad del siglo XVlll.

   Un cambio violento acontece teniendo como base nuevas teorías y enfoques estéticos: lo mítico, la fascinación por lo fantástico, una fuerte influencia de civilizaciones orientales, la creciente atracción por elementos decorativos y la simetría como principio de composición ligada a la ornamentación naturalista, la exaltación de la línea siempre en movimiento que se transforma de débil motivo decorativo en vigoroso elemento estructural.

   La decoración, casi siempre inspirada en motivos florales y animales no se utiliza como simple adorno sino que se convierte en un medio para definir la forma que es siempre viva, armónica y dinámica.

   El Art Nouveau sentó las bases para una verdadera revolución, sin embargo, la situación misma no permitió una adecuada maduración del mismo y así su reinado resultó efímero, fatalmente dependiente del dictamen del público, aunque sobrevivirá eternamente como la metáfora de una esperanza utópica.
 


SIGNIFICADO DEL ART NOUVEAU

   El individualismo y el impulso interior del Art Nouveau se oponen al largo período de esterilidad artística que se impuso durante el Historicismo. Éste solo procuraba la recuperación de los estilos del pasado y se difundió por todo el mundo occidental como “neoestilos” ( Neorrococó, Neogótico, Neorrenacimiento ) La revolución devino, en parte por el deseo interno de un cambio en las propuestas artísticas, pero también por causas más profundas.

   Si durante el Historicismo se abandonaron las normas estéticas a causa de la normativa de la técnica, la irritación de los modernistas puede interpretarse como un acto reflejo de oposición.   Baste citar las originales entradas del metro parisino, tan opuestas a la concepción del nuevo medio de transporte innovador.  Sin embargo éstas representan de modo ejemplar no solamente una ruptura entre las dos tendencias sino también una integración entre la técnica y el arte, lo que se oculta y lo que se desea mostrar de forma casi sobrecargada.

   El entusiasmo por el ornamento adquiere así otro significado, se trata de algo más que una simple decoración. Deja de ser un síntoma para transformarse en un símbolo: la función convertida en placer estético.

LA MUSA

    Las musas del Art Nouveau padecían del "mal du siécle": la melancolía. Sofisticadas como las cortesanas de los cafés parisinos aparecían representadas con dramática sensualidad, posando en éxtasis con los párpados entornados.

   Sus representaciones estaban cargadas de un fuerte componente sexual. La mujer fue vista como eje de la vida, como condición de la reproducción y asociada a los ritos de la fertilidad indispensables a la evolución. El sexo, a partir de las teorías freudianas, fue descubierto como esencia de la individualidad.

   La mujer, estilizada en el frágil tipo de hombros estrechos despertó en la época una contradictoria visión, su exótica y débil apariencia fue interpretada con un algo mórbido y demoníaco por muchos artistas del estilo.

   Ser de transformación y metamorfosis, por ello siempre reflejada con extrema fantasía y asociada a la pasión sobrenatural. En un broche de Lalique, el busto de una mujer emerge de las profundidades del sueño, desbordándose desde las fauces de un animal imaginario que es a la vez libélula y dragón, y que absorbe tanto de la mitología medieval -el dragón- como de la nueva iconografía de rareza estética que nos transporta a las apacibles regiones donde habita la libélula. Los principios orientales del ying y el yang, activo y pasivo, unidos y ocultos en un sólo objeto tras la máscara del lenguaje animal se infiltran en esta creación europea que tal vez ni los presienta.

   A partir de estas ideas la mujer forma parte de magníficas composiciones y simbiosis, bien con las alas de la mariposa, bien con la cabellera que se enreda atrayendo en una red irresistible, sutil alusión de la medusa. 
 
 
 Jules Cheret
 
 
 
Eugene Grasset
 
 
  
  



Aubrey Beardsley

  


  





Charles Ricketts

 
Alphonse Mucha



  


  


  


  



Henri de Toulouse-Lautrec



  



Emanuel Orazi


  


 
Paul Berthon



  


  



 
 
Jan Toorop



Gustav Klimt






Fuente: Historia del Diseño Gráfico, Philip B. Meggs. Cáp. 14 "El Art Nouveau y el cambio de siglo".              
               Wikipedia
               

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